La noche comienza con intensidad. Huele a colonia esparcida rápidamente antes de salir de casa, repasando cada zona del cuello que este óleo ya conoce. La noche escucha las palabras de nuestro amigo, el que nos advierte de que como la sota de copas, no pasemos de diez. La noche gusta de una sobremesa antes de salir, de café y chupito reposando una tapa de jeta en el Don Mauro. Sabes que en ese bar vas a poder ver a la chica que te inspira, como si de Dalí y gala se tratasen. La noche es el tacto de las sábanas sintiendo el calor de una madre, de una acogida. Es una caricia infinita en la puesta de sol que solo viste en esa postal.
