VIAJE AL CENTRO DE LA FE
- ddelgocom
- 29 dic 2021
- 3 Min. de lectura
El mapa
Durante mi época como estudiante de la ESO en el Seminario San Atilano de Zamora, siempre estaba en las conversaciones entre clase y clase el maldito viaje de fin de curso. Las alegrías y los disgustos que nos llevábamos para organizar una peregrinación en la que toda la clase estuviésemos conformes. Y fíjese que éramos 16 en clase. ¡Ni pensar quiero en como lo harán los del imserso! Aún así, y siendo el rector quien tuvo la ultima palabra, la maleta se llenó de historia, de ruinas, de artistas, mecenas y renacimiento. La maleta, se llenó de incienso que nos trasladaba a la piedra angular de nuestra civilización. Sí, acabamos un 22 de abril de 2019 en la ciudad eterna, En Roma.
Nervios, ilusión, y ahora, nostalgia. Nostalgia por sentirte fuera de una ciudad que nos acogió no solo para disfrutar de un viaje entre compañeros, sino para descubrir uno mismo que su vocación rima con cada una de las calles que forman el decumano de Roma.
El primer día que pasamos, era de un tiempo nublado y melancólico- En mi pueblo diríamos que es día de entierro- No nos pusieron las cosas fáciles, pero en esto consiste el famoso efecto lupa. Las habilidades y las inseguridades de uno mismo se potencian fuera de casa. Así pasó, unos, se sentían en su casa para los próximos días de su vida, otros, sencillamente sabían que era un paso más para su formación como seminarista.
José Luis, zamorano y antiguo enfermero de San Juan Pablo II, nos recibió con entusiasmo en la Plaza de San Pedro. Ninguno afirmábamos que, por su presencia, fuera a ser quien fuese.
Pero fíjese, nuestra idea de quién tanto tiempo estuvo al lado de este Papa, chocó tanto que incluso antes de verle lo confundimos con alguien quizá más esbelto, más llamativo, más percha y planta. Pero no, quizá eso fue lo que le llevó a su misión, la humildad.
Unas llaves en San Pedro, algo muy simbólico, nos abrían camino hacia la Casa Santa Marta, residencia del Papa Francisco. Caminar por allí era una mezcla de pasión, de inherencia entre Dios y los hombres, era realmente un trozo de cielo en la tierra.

¿De donde los sacás? Ver de lejos al sucesor de Pedro ya era algo inaudito para unos imberbes jóvenes de Zamora. Así que imaginese usted, querido lector, Lo que supuso para nosotros estar en audiencia privada con Francisco. Ni en pie nos teníamos. No ya por ilusión o incredulidad, sino por falta de conciencia de con quién estábamos hablando. De esa manera esperamos, esperamos y esperamos. Cuanto más tediosa era la espera ,más sufrido era el tiempo. Hasta que vimos como una puerta precedida por dos impresionantes guardias suizos se abría paso hacia nuestra sala. Y ahí llego. Un señor con batulina blanca, como dijo mí casi hermano Manuel. Para la siguiente anécdota, Hay que destacar que, pese a ser un seminario, muchos de los que estudiábamos allí no floreció en nosotros la vocación sacerdotal. Pero aún así, nos presentaron a todos como seminaristas. ¿De dónde los sacás? Le dijo el Papa a Pedro, nuestro Rector, al decirle éste, que el número de seminaristas era unos 40. Pero claro, 40 alumnos era los que había matriculados, no 40 que fuesen a ser sacerdotes en un futuro-que de esos había unos 3- ¿Mentimos al Papa? No lo creo. Solo fue una forma explícita de decirle que nos viniera a visitar a Zamora, a nuestro seminario. Aunque yo siempre pienso que si hubiera venido, cogía vuelo directo a Argentina en la vuelta. Una despedida Fotos, pizza, pasta, plazas, vendedores ambulantes y mármol por un tubo. Y Aún así había que despedirse de Roma, al menos por un tiempo. Perderse por las calles de esta ciudad era lo que más me hacía sentirme único. Los viajes son un retrovisor en nuestras vidas, aunque no se puede vivir en el pasado, se puede tener ambición de querer en tu vida futura lo que hasta entonces has vivido. Ya os dejo, que me viene a recoger Gregori Peck en Vespa para llevarme al aeropuerto.
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