Recorriendo un camino

Viajar consiste en atreverse, iniciar un camino hacia una satisfacción personal y no a una comodidad. No es una carrera ni un torneo por ver quien ha entrado en lugares más bonitos o saber quién ha sacado más fotos que tú. Tampoco esa isla paradisiaca en la que estás pensando fundamenta la idea de viajar. Viajar es vaciar una maleta de ropa y llenarla de ilusiones. Es un abrazo infinito en la puesta de sol que solo viste en esa postal. Viajar es atreverse a salir sabiendo que, en casa, una madre no se cansa de esperar a su hijo. Viajar es sentarse en un banco y pensar si aquel señor que pasea despacio tendrá una historia apasionante que contar. Viajar es no tener miedo a perderse y preguntarle a la chica que posa si por aquí voy bien a su casa, que es donde voy a dormir hoy. Viajar es agarrar el volante y pensar en el día que me atreví a conocerla. Viajar es conducir por la nacional y parar en ese pueblo, donde tu padre te diría que dieses recuerdos. Viajar es conducir, caminar, caer y levantar. Comenzar el día y no saber dónde ir, pero si donde estar. Viajar es el camino hacia uno mismo, y que implica la responsabilidad de no perderse.